Dislexia: comprensión, mitos y barreras sociales

La dislexia es un trastorno del aprendizaje que se manifiesta en la dificultad para procesar el lenguaje escrito. Las personas con dislexia pueden leer más despacio, invertir letras, omitir palabras o tener complicaciones para escribir correctamente. Estas dificultades son específicas del procesamiento del lenguaje escrito y requieren adaptaciones y estrategias distintas para acceder a la información.
Es uno de los trastornos del aprendizaje más frecuentes a nivel mundial, está presente en aproximadamente el 10% de la población según la Organización Mundial de la Salud. A pesar de su prevalencia, sigue existiendo una confusión común: muchas personas asocian la dislexia con la discapacidad intelectual. Esta idea errónea genera barreras sociales y estructurales que dificultan la participación plena de quienes conviven con la condición.
¿Por qué no es una discapacidad intelectual?
La discapacidad intelectual se define por diferencias en la manera de procesar información y en el desarrollo de habilidades adaptativas, que pueden requerir apoyos en distintos ámbitos de la vida. Reconocer esta diferencia es fundamental para no confundir la dislexia con la discapacidad intelectual. Aunque la dislexia no es una discapacidad por sí misma, puede presentarse como rasgo en personas que tengan otras condiciones, incluida la discapacidad intelectual. Sin embargo, esto no significa que todas las personas con dislexia tengan necesariamente alguna discapacidad.
La dislexia en la vida cotidiana
Las personas con dislexia enfrentan obstáculos que van mucho más allá del ámbito educativo. Autoestima baja, problemas de ansiedad, dificultades sociales y de comunicación, surgen por la estigmatización y prejuicios debido al desconocimiento en torno a la dislexia, lo que puede generar frustración y llevar al aislamiento, afectando la capacidad para establecer relaciones y desenvolverse plenamente en diversos aspectos de la vida.
En el ámbito laboral, según datos de Mastermind Behavior Services, aproximadamente el 58% de los adultos con dislexia tienen empleo, una cifra significativamente menor que el 72% de la población general La falta de ajustes razonables —como formatos accesibles de documentos o métodos de evaluación adaptados— puede limitar oportunidades.
El acceso a servicios también puede llegar a ser un reto. La dislexia puede influir en la experiencia de navegación en sitios web, haciendo crucial el diseño de páginas web accesibles para garantizar un acceso equitativo a la información y servicios en línea. Completar formularios, leer instrucciones o llevar a cabo procedimientos administrativos puede implicar más tiempo para una persona con dislexia, y eso muchas veces impacta en la oportuna obtención de servicios de distinta índole.
Fomentar la plena participación de las personas con dislexia en la sociedad y garantizar sus derechos requiere promover entornos inclusivos y una cultura que valore la neurodiversidad, eliminando la discriminación y el estigma. Reconocer y respetar las distintas formas de aprender y procesar información, adaptando nuestras prácticas, permite que todas las personas tengamos igualdad de oportunidades y podamos desarrollarnos plenamente en todos los ámbitos de la vida.